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Todo vale la pena en nuestras vidas

Siempre encontramos el texto o imagen, al amigo o familiar con el mensaje de que “todo vale la

pena en nuestras vidas” por el simple hecho de ser perfectos desde el aspecto cuántico universal

hasta el catolicismo por ser hechos imagen y semejanza de Dios, y sí es cierto... pero acaso basta

con la aceptación del momento pasado, presente o futuro?.

En mi pronta partida, esa misma pregunta y respuesta llegaron a mi mente. Sin embargo el que la vida valga la pena no es una cuestión mágica del universo, se trata también de evaluar y reflexionar sobre si realmente ha valido la pena: cada viaje, cada pensamiento, cada acción... son

miles durante el día y casi imposible encontrar el aprendizaje explícito de forma instantánea, pues muchos de nuestros pensamientos y acciones tienen fundamento en justificaciones que incluso rebasan nuestras propias elecciones.

Pero sólo repasemos lo fundamental y partiendo quizás de aquello que no se completó en nuestras vidas, aquello que está pendiente o que simplemente también sucedió de forma exitosa; Ha valido la pena? Realmente diste el 100% en cada momento de tu vida, aquel esfuerzo, aquel logro, y por qué no! todas esas lágrimas o molestia por algo o alguien? Es un llamado de reflexión que parte quizás de todas las meditaciones de perdón, abundancia o próximos re encuentros navideños o de año nuevo con la familia, amigos, etc.

Esto va más allá, pues el tiempo no es un factor de cambio, el factor somos nosotros y el tiempo el vehículo, no requerimos que llegue el nuevo año para empezar de nuevo, requerimos ser honestos y valientes con nosotros mismos para elegir las acciones correctas que nos llevarán al camino correcto, y sabiendo que lo correcto es relativo, no es difícil captar que el resultado de lo correcto es simplemente satisfactorio para el alma, mente y corazón.

En mi trayectoria como sanadora, me doy cuenta que todos tenemos las herramientas no para que valga la pena vivir, sino que es nuestro deber que valga una gran felicidad vivir, y el secreto para lograrlo es muy personal, no existen recetas, por eso cuando medito con los árboles y enseño su técnica, cada experiencia es diferente e individual, así como diferente la labor de cada uno de ellos, en su misión de procesar el dióxido de carbono y transformarlo en aire que entra a nuestro organismo para darnos vida.

Ojalá que cada día viviéramos tan al máximo que no necesitaríamos hacernos ésta pregunta. Mi

padre solía decir que tenía que prepararme mucho para la vida, ahora estoy lista para decirle que

me preparo cada día para la muerte, busco cada día despedirme de ésta maravillosa vida; sana,

limpia sin adicciones al pasado, lista para mi reencuentro con Dios; una nueva vida.

Namasté


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